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Emprender en la escuela: “Pasaporte” al mundo laboral

En Argentina, la mitad de los jóvenes no termina el secundario, solo 3 de cada 10 finaliza la universidad y el desempleo juvenil duplica el promedio nacional, según estadísticas del INDEC.

 

A este contexto, se suma un dato relevado por la consultora ManpowerGroup en el informe “Escasez de talento 2022”: el 73% de los empleadores de Argentina reportó tener dificultades para cubrir posiciones requeridas.

 

En un escenario incierto, en el cual la única constante es el cambio, el desarrollo de habilidades socioemocionales y emprendedoras se torna cada vez más esencial para el acceso y el desarrollo en el mundo laboral. En ese sentido, la educación emprendedora permite conectar a los jóvenes desde la escuela con la realidad a la que se enfrentarán en la vida adulta.

 

Al llevar a la práctica una idea de negocio, los jóvenes aprenden a planificar, comunicar ideas, trabajar en equipo en pos de un objetivo y arriesgar para construir algo que antes no existía.

 

Hoy más que nunca, las habilidades socioemocionales son cruciales para aspirar a mayores oportunidades. En el mundo laboral se destacan quienes saben asumir responsabilidades, trabajar en equipo, tomar decisiones, llevar una conducta ética, comunicar las propias ideas y saber escuchar las de los demás.

 

La actitud emprendedora es un pasaporte al futuro: multiplica las oportunidades, impulsa proyectos y es capaz de cumplir sueños.

 

En relación con estas habilidades, el reporte indica que existen cinco fortalezas humanas que se destacan en el mundo laboral y son las más demandadas: la confiabilidad y la autodisciplina; el razonamiento y la resolución de problemas; la creatividad y originalidad; la capacidad para tomar la iniciativa; y la colaboración y el trabajo en equipo.

 

Habilidades emprendedoras: ¿innatas o adquiridas?

 

Se suele pensar que emprender es sólo para unos pocos que cuentan con el capital inicial necesario o los contactos suficientes. Sin embargo, las habilidades emprendedoras pueden desarrollarse y, como todo lo que se ejercita desde edades tempranas, se profundizará al crecer.

 

Es por ello que desde el momento en que se involucra a los jóvenes en experiencias educativas que promueven las habilidades emprendedoras, comienzan a conocerse mejor y crecen en el manejo de herramientas e instrumentos que les permiten llevar adelante sus propios proyectos. A su vez, desarrollan una “actitud emprendedora”, con base en la confianza y el sentido de posibilidad, que les permite proyectarse a futuro y creerse “capaces de”.

 

Aprender haciendo tiene resultados medibles

 

Junior Achievement lleva adelante Aprender a emprender, un programa orientado a jóvenes de entre 15 y 18 años basado en la metodología de aprender haciendo.

 

A través de la creación de un emprendimiento real, los estudiantes diseñan un plan de negocios, gestionan presupuesto, convencen inversores a comprar acciones y, de esta manera, reúnen el capital necesario para solventar la producción.

 

Mientras operan su proyecto, adquieren habilidades emprendedoras y socioemocionales, como la toma de decisiones y el trabajo en equipo, e incorporan herramientas prácticas para el mundo del trabajo.

 

Tras la medición de impacto de esta propuesta, los resultados indican que el programa contribuyó a la toma de decisiones de los estudiantes sobre su futuro laboral y académico.

 

Cerca del 72% de los encuestados consideró como positivo iniciar un emprendimiento y que el programa colaboró con el desarrollo de sus capacidades para crear una nueva empresa, mientras que cerca del 46% indicó estar de acuerdo con que su objetivo es volverse emprendedores.

 

Además, los docentes implementan el programa manifestaron que el mismo contribuyó a mostrar a los estudiantes que emprender es una posibilidad real y que cuentan con las herramientas para hacerlo.

 

Sobre las habilidades potenciadas, las más destacadas fueron el trabajo en equipo, la responsabilidad, la creatividad, la propensión a emprender y el conocimiento financiero. Además, los estudiantes también reconocieron haber desarrollado el ingenio, la gestión de recursos, la perseverancia, la iniciativa, la autoeficacia y el liderazgo.

 

Uno de los mayores objetivos de la propuesta es que los estudiantes puedan ampliar su campo de posibilidades y contar con la capacidad de emprender como recurso propio, más allá de que luego decidan hacerlo o no.

 

El reporte evidenció que el programa ayudó a los estudiantes a autoconocerse, saber qué les gusta y reflexionar sobre qué les interesaría estudiar o trabajar luego del secundario. Por otra parte, los estudiantes destacaron que su participación en el programa tuvo implicancias positivas en su autoestima.

 

El programa da cuenta de que todos los jóvenes poseen la capacidad de emprender y de convertirse en actores clave en el mundo empresarial. La educación emprendedora y la metodología de aprendizaje práctica, despierta en ellos la confianza y la posibilidad para forjar su propio futuro laboral.

 

Los jóvenes que se atreven a dar el primer paso y descubren su potencial emprendedor, mediante negocios propios o siendo intraemprendedores en el ámbito laboral, son capaces de transformar los desafíos cotidianos en grandes oportunidades.-

 

 

(*) Director de Junior Achievement Argentina.

 

 

 

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